Hace unos días, caminando por las calles de Mar del Plata, mientras hacíamos mandados, vi una caja un poco desarmada en la vereda. De ella asomaban vidrios rotos, láminas viejas y marcos... restos de lo que en un momento fueron cuadros.
Por supuesto que no dudé en detenerme a revisar la caja, dejando a mi marido a cierta distancia repitiendo: "no te conozco, no te conozco...". Me quedé con estos tres marcos.
Ya los limpié bien y les saqué los clavitos oxidados, así que están listos para ser reciclados próximamente.
Todavía no sé qué haré con ellos, si los pintaré o los dejaré así, o qué cosas enmarcarán.
Lo que sí sé es que seguramente voy a disfrutar mucho dándoles nueva vida y un espacio en mi hogar.