En Coronel Suárez, la ciudad donde nací y que visité este largo fin de semana, esta época es especial porque las calles se ponen de color amarillo, naranja, marrón, ocre y rojo. Abundan los fresnos, plátanos, tilos y en la plaza central hay ginkgos y crataegus.
Las hojas se acumulan en las veredas y en las esquinas, formando un collage de cálidos colores.
Y se desparraman por el pasto... crujiendo bajo los pies de quienes pasan caminando. Cuando era chiquita, saltar sobre los colchones de hojas era lo más. La verdad es que me sigue gustando, pero ya no queda bien ponerme a saltar en medio de la vereda... así que sólo lo pienso.
El color de los frutos acompaña.
Aquí se ve la municipalidad, vista desde la plaza central.
Otra imagen de la plaza.
Los plátanos todavía tienen muchas hojas.
Para ellos, el otoño llega un poco más tarde y de a poco.
Los protagonistas son los fresnos, enmarcando calles y avenidas y pintando todo de amarillo.
Son hermosos...
De esta forma recibo Abril, un mes que me encanta y en el que, además, mi blog cumple su primer añito!!