Y un día... con casi todo enero terminado ya... decidí volver.
¿Qué puedo decir para justificar mi prolongada ausencia blogueril?
Estuve ocupada en numerosos proyectos... yendo y viniendo... sin un atisbo de tiempo ni siquiera para tomar una foto o escribir una palabra...
¡¡Naaahhh!!
La verdad verdadera es que hace un mes (y dos días para ser exacta) que me dedico al arte de... no hacer absolutamente nada. Así de simple.
Tomando prestada la expresión de la autoridad del lugar donde trabajo cuando nos habló a fin de año: necesitamos ese tiempo de no hacer nada para volver a ser creativos.
Y yo me lo tomé al pie de la letra.
Remontándome al 31 de diciembre, marido y yo nos subimos al auto, él al volante y yo como copilota y cebadora oficial de mate, para hacer el camino inverso a la mayoría, es decir, alejarnos de la costa. Dos locos a los ojos de cualquiera. Es que allá en una ciudad del interior de la provincia, lejos del mar pero rodeada de campo, está mi casa natal y fui a pasar año nuevo y unos días de completo y necesario desenchufe.
Mis actividades incluyeron más que nada la vida al aire libre
Ya sea en las márgenes del arroyo que corre a las afueras de la ciudad (cabe aclarar que en toda ciudad del interior de la provincia de Buenos Aires que se precie, hay un arroyo cerca)
O en el jardín
Mirando de cerca la tierra para descubrir las flores más bellas
Disfrutando de los placeres más simples
O levantando la mirada hasta encontrar el cielo entre los árboles
Algunas veces muy celeste y calmo
Y otras no tanto, pero igual de magnífico
Así fueron mis días tierra adentro y, por supuesto, disfrutando de la compañía de mis papás, de amigos y seres queridos con los que me pone muy feliz encontrarme cada vez que voy.
Ésas son las pilas que necesito para comenzar el 2016 después de un año que, principalmente, me dejó dos cosas:
- La certeza de que no siempre querer es poder... A veces los sueños no se cumplen por más voluntad y esfuerzo que uno le ponga... Son ajenos a la voluntad y sin ninguna razón, simplemente no se hacen realidad.
- Una necesidad abrumadora de cambiar de rumbo... Eso sí depende de mí, entonces decidí una cosa: volver a la universidad, volver a estudiar y esto implica muchas cosas, viajar, instalarme parcialmente en otra ciudad, ver si mi cerebro todavía se lo banca, etc.
Por estos dos legados del año pasado, no pienso en numerosos deseos ni frases bonitas sobre hacer los sueños realidad, sino que solamente pienso en aceptación y en estar a la altura de lo que yo misma me he propuesto.
De esta manera encaro el año, pero mientras tanto todavía descanso un poco más.
P.D.: Me prometo a mí misma no desaparecer de este espacio por otro mes...