Sigo influenciada por este color tan alegre y luminoso que es el amarillo. En estos días de agosto, más nublados y lluviosos que de costumbre, se abren paso los aromos y acacias trinervis. Al principio, aparecen tímidamente unas pinceladas amarillas en sus flores hasta que, de repente, se produce una explosión de color que vale la pena disfrutar y compartir.
Ésta acacia está en el jardín de mi casa, entre inmensos pinos y un roble. Saqué esta foto hace unos días cuando todavía no había florecido por completo.
Durante el resto del año, todas las acacias de la ciudad pasan desapercibidas. Parece que se preparan especialmente para este mes, en el que se lucen en todo su esplendor.
Si de esplendor se trata, no puedo evitar evocar los aromos de Villa Ventana y de Villa La Arcadia, dos lugares que adoro de corazón.
En agosto, cada callecita se transforma en una sinfonía de flores...
y se inunda con un perfume embriagador...
Creo que vale la pena detenerse un ratito en el ajetreo de la vida cotidiana, abrir los ojos y simplemente, observar alrededor.
Siempre se descubren cosas maravillosas
Marita!! que lindas fotos, me encantan las acacias!!!!! un beso grande
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