Hace más de quince días que no veo el mar, lo que me parece mucho ya que mi casa está a pocas cuadras de él.
A pesar de que el mar se transformó en parte de mi vida cotidiana, no dejo de asombrarme cada vez que me encuentro enfrente suyo y, ya sea que esté calmo o tumultuoso, siempre me llena de paz.
Tal vez no me acostumbro a tenerlo cerca todavía o tal vez será que yo soy así: me gusta sorprenderme con la simpleza de lo cotidiano.
Hace más de quince días que no veo el mar... Sin embargo, lo escucho en el silencio de la noche, y me parece que estirara sus brazos de agua y viniera a tocar mi puerta...
El silencio del mar
brama un juicio infinito
más concentrado que el de un cántaro
más implacable que dos gotas
ya acerque el horizonte o nos entregue
la muerte azul de las medusas
nuestras sospechas no lo dejan
el mar escucha como un sordo
es insensible como un dios
y sobrevive a los sobrevivientes
nunca sabré que espero de él
ni que conjuro deja en mis tobillos
pero cuando estos ojos se hartan de baldosas
y esperan entre el llano y las colinas
o en calles que se cierran en más calles
entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede
salvarme
brama un juicio infinito
más concentrado que el de un cántaro
más implacable que dos gotas
ya acerque el horizonte o nos entregue
la muerte azul de las medusas
nuestras sospechas no lo dejan
el mar escucha como un sordo
es insensible como un dios
y sobrevive a los sobrevivientes
nunca sabré que espero de él
ni que conjuro deja en mis tobillos
pero cuando estos ojos se hartan de baldosas
y esperan entre el llano y las colinas
o en calles que se cierran en más calles
entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede
salvarme
Mario Benedetti
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