FINDE FRUGAL "TRIGUEÑO"

Me sumo con mucha alegría al último finde frugal del año de Colorín Colorado. Alegría por haber compartido ideas e inspiración, por haber conocido nuevos blogs, porque también otras personas hayan conocido el mío y por respirar la buena onda que ronda en este espacio.

Sigo invadida por el espíritu navideño, pero además, por el verano que, sin empezar oficialmente, ya nos ha aplastado con algunas altas temperaturas...

En esta oportunidad, decoré el perchero que está al lado de la puerta de entrada de mi casa (total... ahora no hace falta colgar camperas). A continuación, lo presento:

El trigo, para mí que nací y me crié en una ciudad netamente agropecuaria, representa esta época del año: verano y Navidad al mismo tiempo. Cuando llegaba diciembre, todo se revolucionaba con la cosecha de trigo. La ciudad se llenaba de camiones, en las afueras había innumerable cantidad de cosechadoras, todas enoooormeees frente a mis ojos de niña asombrada. Papá corría de acá para allá, organizando todo para cosechar y trabajaba muchísimo.

Yo era chiquita y recuerdo que, cada año, cortaba unas espigas del inmenso mar dorado, las ataba con una cinta roja y las colgaba de la puerta de la casa del campo. Ése era todo el adorno navideño en esa casa y creo que no hacía falta más.

Ya lo he dicho otras veces, la vida me ha llevado lejos del campo, pero me trajo a una ciudad a las orillas de otro mar, no dorado como el de mi infancia, pero igualmente maravilloso e infinito.

Hoy rescato el espíritu de simpleza encerrado en un ramito de trigo para compartir con quienes creemos que se puede hacer mucho con poco, sobre todo si se tiene en cuenta el significado que le damos a las cosas. Ya descarté la cinta roja de mi niñez, cambiándola por hilo sisal y un botón con forma de flor. Y para que mi perchero no quedara "rengo", colgué un cartelito al estilo del que hice hace poco.

Utilicé un cuadrado de fibrofácil que había sobrado de quien sabe qué, lo pinté de marrón oscuro y pegué sobre él una siluetita de pino también de fibrofácil que se me había roto (ni se nota, jejé!). Hice dos orificios con un clavo y pasé un alambre. ¡Listo! Creo que acompaña a la perfección a mi ramo de trigo.