Ya empezó el tiempo en que mi blog pasa un poco a segundo plano porque el trabajo hace que el tiempo no me alcance para dedicarlo a sacar fotos, editarlas, subirlas, escribir algo más o menos coherente...
Pero hoy aprovecho el solcito otoñal que se filtra por la ventana y que todavía no me puse las pilas porque no me puedo despegar del largo fin de semana, entonces aún no abrí libros y carpetas para pensar cómo dar mis clases de mañana en la escuela.
Y pongo el foco en un mesita que adoro.
La encontré en mi casa como tantas cosas (prácticamente la mayoría de los muebles que pueblan los ambientes) y como estaba descascarada, rayada y la madera pintada con una tinta oscura, la convertí en una mesa turquesa, la lijé un poco para suavizar la estridencia del color...
...Y la confiné a servir de apoyo de detalles que me gustan y que, de tanto en tanto voy cambiando cuando me aburro de ver lo mismo. Un fin puramente decorativo nada más (y nada menos).
La parte de abajo la reservé para la canastita que contiene mis sellos decorativos y algunas cintas.
En la parte superior ubiqué un... "coso" de metal para cartas (que no recibo), por eso más de una vez van a parar ahí los papeles de impuestos y servicios cuando llegan.
Las infaltables cajas de polvo antiguas de mis abuelas, que en mi casa están casi por todas partes.
Un pulverizador que reciclé con una etiqueta de papel adhesivo. Simplemente con eso, cambió un montón.
Por último, un florero hecho con un tubo de cartón que quedó luego de que se acabaran todo el rollo de bolsas para freezer. Aclaro que es un florero solamente apto para flores secas por dos razones: no tiene fondo y es de cartón.
Y así me despido de este espacio hasta cuando tenga, encuentre o construya un poquito de tiempo nuevamente.