sábado, 28 de mayo de 2016

CAJÓN TIPOGRÁFICO RESTAURADO

Una cosa es segura: este cajón tipográfico que me regalaron el año pasado me hizo transpirar. Lo recibí así:



La madera de atrás (que todavía sospecho que no es madera sino un cartón muy duro) estaba fuertemente clavada con numerosos y chiquititos clavos que no pude sacar por nada del mundo. Lograrlo hubiera significado sacar pedazos y a su vez estropear la madera de los compartimentos.




Desistí entonces de sacarle ese fondo. Lo miré, lo volví a mirar, le saqué fotos. Todo eso después de haberlo tenido guardado durante meses.


Y decidí comenzar pintando con cetol color nogal (¿cómo se llama genéricamente el cetol, para no tener que decir cetol?). Esto realzó la madera ya que no era mi intención pintarla de ningún color sino mantenerla porque me gustaba así.


Después me dediqué a pintar los "cuadraditos" uno por uno. Tooooooda una odisea que me llevó más o menos dos meses porque trabajaba un ratito y terminaba abandonando con el cuello contracturado. 



Decidí pintar algunos color nogal, otros con acrílico blanco antiguo (el blanco puro me parecía demasiado chocante para combinar con la madera) y al resto, les pegué papel... ¡¡¡¡Otra odisea!!!!

Pasemos, sin anestesia, al resultado final (del proceso de medir, recortar y pegar papelitos les debo las fotos, eso sí lo hice todo en una tarde y mi cuello aún no vuelve a ser el mismo).




En esta etapa sí me detengo y saco fotos hasta de cabeza... Es mucho más divertido que medir con exactitud para que cada papel quepa justo dentro del apretado compartimento. 




Pero valió la pena ese esfuerzo para poder disfrutar de cómo quedó. Sin tanta minuciosidad, no hubiera sido posible.



Los tonos de papel que elegí son rojo, turquesa (mi sabida adoración) y natural. Todos comparten el hecho de tener algún tipo de escritura y hay alguno que es totalmente diferente a propósito para cortar lo monótono.




En esta oportunidad, lo decoré con cosas del mar que me ha traído mi hermano de viajes y otras que junté por estas costas. No quise poner más para no sobrecargarlo. Pienso que la gracia está más en lo vacío que en lo lleno. 




También me lo imagino con otras pequeñas colecciones de objetos, cosa que como siempre, depende de los gustos de cada uno.



Con mucho apuro, llego a anotarme para participar después de un montonazo de tiempo del finde frugal de Marcela. La frugalidad de hoy es económica pero no de transpiración. En el cajón y su restauración no gasté un solo peso, aunque no haber podido sacar la madera de fondo me llevó a un increíble gasto energético, del cual, por supuesto, no me arrepiento en absoluto. 

¡FELIZ FIN DE SEMANA!

miércoles, 25 de mayo de 2016

NIDO Y FLORES DE OTOÑO

Un nido que encontré en el patio y algunos elementos vegetales me inspiraron las siguientes imágenes...

La belleza de lo simple y natural



que siempre me asombra y me conmueve...



con toda su sutileza.



Las texturas propias de ésta época...



La corteza de pino, las ramitas entrelazadas del nido...



El contraste que provoca el helecho verde tan brillante...



Las violas apenas celestes y la hortensia descolorida.


Postales otoñales que atesoro y que, desde aquí, comparto.

domingo, 15 de mayo de 2016

MACETAS DE CEMENTO

Comienzo la semana con un retorno a las artes manuales, pero un poco mentiroso porque es algo que hice en... mmmm... creo que febrero...
A pesar de eso, aprovechando el único ratito de sol después de semanas y semanas, recién ayer le di utilidad a mi creación.

Con cemento que había sobrado de un trabajo en casa y diferentes envases de helado y otros, fabriqué macetas.


Un tip que me pasó mi hermano: dejar secar dentro de una bolsa de nylon para el correcto fraguado del cemento.


Otro tip: manejar la impaciencia también ayuda al correcto fraguado del cemento. De lo contrario, desmoldar antes de tiempo, favorece la rotura de la pieza a la mitad u otras partes. Solución en este caso: pegamento potente proporcionado por marido salvador.


La grieta se ve, pero tampoco queda tan mal (en la foto elegí el mejor perfil, jeje)


Antes de que se vaya el solcito, aprovecho para llenar mis nuevas macetas transplantando algunas suculentas que lo necesitaban. A la maceta pintada me la regalaron.


De pasada, presento en sociedad a mi nuevo ayudante en las tareas del jardín.


Desde hace unos meses, él nos adoptó y ya está prácticamente instalado.


Ahora sí, ya están listas para lucirse aunque el sol se haya escondido de nuevo.


Algunas son chiquititas y deberán crecer mucho para llenar la maceta que las contiene. 


Otras lucen sus flores que, poco a poco, de la mano del otoño se van secando e igual quedan hermosas.


Y también están las que se cubren de espinas.



Y después de este rato de trabajo al aire libre, tan reconfortante, no me queda más que decir:

¡FELIZ SEMANA!

sábado, 7 de mayo de 2016

OTRO DÍA NUBLADO

Ya perdí la cuenta de los días que hace que no veo el sol. Será por eso que no me inspiro para sacar fotos y, en consecuencia, tampoco para escribir en este blog que tengo bastante abandonado.
Además, la verdad es que no estoy haciendo ninguna manualidad porque no dispongo de mucho tiempo. Y el jardín, casi no lo piso desde que empezó a hacer frío como si fuera julio en lugar de principios de mayo.
Por eso, el único que me inspira es...

él...



Con sol o no, haga frío o haga calor, él siempre luce grandioso e imponente.



Yo lo espío por alguna bocacalle, lo miro hipnotizada mientras viajo o voy expresamente a visitarlo, como hoy.



Contemplo sus cambios, su calma y su tempestad, sus colores imposibles, dejo de verlo cuando lo cubre la niebla, me sorprendo cuando lo moja la lluvia y cuando de sus aguas nace un arco iris, cosa que sucedió hace una semana una tarde que pasé frente a él. 



Y no me resisto a fotografiarlo, a querer captar su encanto y me arriesgo a enfrentar el embate del viento del este nada más que por un ratito.



Pienso que vale la pena, sólo por ese rayo de luz que asoma entre un claro de nubes a lo lejos, iluminando la superficie gris pétrea del mar.



Las postales más conocidas por estos lados son aquellas que muestran la arena colmada de sombrillas y de gente. Por eso, hoy quise mostrar lo opuesto, lo que sucede cuando todos se van, cuando no hay sol, ni calor que abriguen. Imágenes invernales en las que ningún turista es protagonista, sino sólo él y su vaivén infinito de olas y espuma. 

Pero me voy rápido porque ya se me empiezan a enfriar las manos mientras tomo las últimas fotos y el viento que me golpea la cara me recuerda que es mejor dejar la orilla para estar calentita dentro de casa.

Hasta que vuelva el sol.