Hace varios años que soñaba con conseguir alguna silla tipo quilmes o cerveceras. No dejaba de verlas en las revistas formando parte de lindas ambientaciones y mientras tanto no dejaba de imaginarlas en algún sitio de mi casa...
La primera llegó en abril del año pasado, la vi en un local de cosas antiguas de mi ciudad natal y me abalancé literalmente sobre ella. Se vino conmigo plegadita en el asiento de atrás del auto.
Sin embargo, se quedó hibernando en el lavadero porque en todo el año no tuve el tiempo necesario para todo el proceso de restauración.
La segunda llegó hace poco, en enero, y la conseguí en el mismo lugar. La diferencia es que no contaba con el auto, así que envuelta en bolsas de consorcio viajó en el buche del micro.
El estado en que se encontraban era de varias capas de pintura descascarada.
Como primer paso para la restauración las lavé y las dejé al sol. A continuación usé removedor en gel para sacar la mayor cantidad de pintura vieja posible. El tercer paso fue lijar y cepillar bien para desprender todo lo que podía haber quedado flojo. Después de eso, nuevamente lavé con agua y detergente y dejé secar al sol.
Una vez limpias, las pinté con varias manos de convertidor de óxido blanco. Creo que en total fueron tres manos. Lo que pasa es que acá en la costa hasta si uno se queda parado afuera un rato se empieza a oxidar, entonces con más razón una silla de metal.
Último paso: pintarlas del color elegido. Lamentablemente en las fotos no se nota mucho el color aguamarina, pero bueno... ahí está.
¡Ah, casi me olvido! El color aguamarina es esmalte sintético semibrillo, bien resistente. Y también di varias manos. No es lo que más me gusta usar pinturas sintéticas, pero en este caso no me quedaba otra. Encima como soy muy pero muy torpe, cada vez que agarraba el pincel terminaba pintada yo también, por eso no sólo tenía que lavar los pinceles con aguarrás sino que además a mí misma. Un día frente al espejo, ¡descubrí que tenía un mechón de pelo aguamarina!
Finalmente, armé mi propia ambientación como en las revistas y realicé la sesión de fotos correspondiente... lo más divertido.
La verdad es que la ambientación no duró mucho tiempo... Llueve y a pesar de todas las capas de pintura, las sillas que tanto me costó conseguir descansan bajo techo en el lavadero... No me quiero arriesgar a que se estropeen.
¡FELIZ FIN DE SEMANA!