viernes, 21 de agosto de 2015

ESCRIBIR

¡Ufff, cuánto tiempo pasó desde mi última publicación! Las vacaciones de invierno quedaron atrás y la verdad es que ya estoy necesitando vacaciones nuevamente... Las que son docentes (en especial de adolescentes) seguro me comprenderán...

Pero no volví a mi blog para hablar de mi vapuleada profesión, sino para mostrar un trabajo frugal y sumarme al encuentro semanal de Marcela una vez más porque me encanta y lo disfruto mucho. 

Para esto es necesario contar que desde chiquita me gusta escribir y me acuerdo que cuando cumplí siete u ocho años alguien me regaló una libretita que decía en la tapa "Mis notas" y yo le pregunté a mi mamá para que servía. Ella me explicó que era para contar por escrito las cosas que iban pasando en mi vida. Y eso fue justamente lo que comencé a hacer en ese pequeño cuaderno. 
El tiempo pasó y escribir se transformó en hábito, ejercicio, expresión y nunca más dejé de hacerlo. La vida se volvió poesía en la adolescencia, cuentos, relatos o simplemente cualquier texto escrito en cuadernos con cada vez más hojas (las libretitas ya no alcanzaban). Hoy, pasados los treinta, sigo escribiendo de vez en cuando y hasta participo de un taller literario que ha publicado libros.

Por estos días, preparé un nuevo cuaderno para continuar escribiendo la vida. Y digo, preparé porque pienso que el soporte en el que escribo debe reflejarme, entonces decoré las tapas y algunas hojas interiores. 

Después de todo este palabrerío (sepan disculpar, hace mucho que no le dedico tiempo a mi blog), aquí va mi nuevo cuaderno.




Elegí un cuaderno de tapas duras con 200 hojas, pero eso depende de cada uno. Se puede decorar hasta un simple anotador para dejar al lado del teléfono.




Últimamente, pasé del adorado turquesa al azul (espero que el turquesa no se ponga celoso) y me dejé inspirar por algunas de sus diversas tonalidades.




La decoración es más que sencilla: como es de tapas duras las pinté de blanco y apliqué un stencil en gris. Además, realicé deocupage con servilletas, pegué papeles autoadhesivos o simples láminas recortadas, usé sellos y cintas. 




Y así quedó listo esperando llenarse de palabras...



Tanto se ha hecho parte de mí esto de escribir que cuando pienso en la vida, muchas veces no la pienso en años vividos sino en cuadernos escritos y en el tiempo por venir, no como tiempo mismo sino como todas las palabras que tengo por delante para escribir.

¡FELIZ FIN DE SEMANA!