martes, 24 de febrero de 2015

CORTADERAS

O comúnmente llamadas colas de zorro... En esta época las esbeltas espigas pueblan los médanos a las afueras de la ciudad.


Constituyen un espectáculo digno de admirar... y de fotografiar.
Forman una marea que se mece al compás del viento.


Son luminosas, étereas, sutiles... y al mismo tiempo fuertes y rústicas, tanto que soportan el suelo de arena y el castigo del aire marino cargado de sal.


Me encantan... Y me acuerdo de una anécdota relacionada con estas plantas. Siempre fui una jardinera empedernida y cuando todavía vivía en mi casa paterna (en otra ciudad, en otro lugar de la provincia) e intentaba por todos los medios mejorar el jardín, se me ocurrió una vez la "fantástica idea" de ir a juntar cortaderas a la banquina de la ruta. Convencí a mi papá (que jamás pudo resistirse demasiado a mis solicitudes) y allá fuimos en la camioneta andando hasta encontrar un especímen que a mí criterio fuese apto para trasladar a casa. 

- Ésa es chiquita pa, dale que va a salir fácil.

Y allá fue mi papá pala en mano y... no era tan chiquita como yo pensaba así que tuvo que hacer un montón de fuerza y después de muchas "paleadas" salió la cortadera de la tierra y quedó cargada en la caja de la camioneta. Lo peor es que no fue la única, fueron digamos... tres... o cuatro. ¡Pobre papá! Hace falta decir también, que prendido en estas brillantes ideas estaba mi hermano (menor que yo), que siempre compartió conmigo los posibles mejoramientos del jardín y todo lo que se nos ocurría aplicar allí.



Las cortaderas se lucieron en el jardín durante mucho tiempo y, quizás, no me acuerdo, quede alguna todavía. Pero la verdad es que aprendí que las prefiero en los campos donde pueden crecer a su antojo y pasar desapercibidas todo el año sólo para estallar en febrero, y transformar el campo en mar.

jueves, 19 de febrero de 2015

MOMENTO DE INSPIRACIÓN

Hoy el ambiente huele a otoño que se aproxima (muy a mi pesar). El viento sopla del sur e invita a estar adentro disfrutando de los rayos de sol que se filtran a través de las ventanas.


En el jardín es tiempo de cosechar semillas...



Cortar flores de hortensias para secar...




Adornar con ellas algún rincón de la casa...



Y tal vez, unir todo en un conjunto para practicar con la cámara...




Éste es el resultado... 



La inspiración que emerge de repente, en el momento menos pensado.

lunes, 9 de febrero de 2015

MI BIBLIOTECA

Desde chica tengo un sueño que comparto con mi mamá: una habitación donde haya bibliotecas en toda las paredes desde el piso al techo. Bueno... quizás no tanto, pero casi. Dejo espacio para alguna puerta y ventanales que den a un espléndido jardín. Delante de uno de esos ventanales me imagino un sillón bien cómodo para instalarme a leer cómodamente...

Algún día será, ¿por qué no pensarlo así? Por el momento, en mi casa guardo los libros en diversos lugares, pero mayormente en una biblioteca que diseñamos con mi marido y que él construyó con melamina blanca.




Es sencilla, aunque a mí me encanta. No sólo es apta para contener los libros, sino que también es decorativa. Al ser blanca, su contenido aporta color al ambiente.



Además de libros y revistas, aquí expongo mi colección de ranitas (y una lechuza que se agregó). 



Y también, mi colección de cajas de polvos antiguas en algunas de las cuales cuando era chiquita, guardaba algún accesorio de mis muñecas.


Como estoy de vacaciones, la biblioteca luce inmaculada. En cambio, durante el año, se transforma en un caos de hojas de trabajos de alumnos en espera de ser corregidas y libros que uso para dar clases.




Pronto, tendré que hacer el cambio de libros nuevamente: sacar los "no laborales" y traer los que archivé a fines de diciembre arriba del placard. Sin embargo... todavía tengo un resto de vacaciones para disfrutar y... tener la biblioteca ordenada algunas semanas más.

miércoles, 4 de febrero de 2015

HISTORIA DE UNA PUERTA

En la entrada anterior apenas asomaba a la derecha de las últimas fotos con gran timidez, pero hoy le dedico todas las palabras y todas las imágenes. Ésta es la puerta turquesa de lo que con mucho coraje llamo lavadero (el sucucho donde logré que entrara el lavarropas).


Hasta Diciembre lucía un aspecto deplorable. Nunca nos habíamos podido ocupar de ella porque siempre había algo para hacer de mayor prioridad. Después de todo es sólo una puerta. 


Pero yo ya no soportaba ver la falta de madera en algunas partes, el deterioro de la pintura grisásea y el estado calamitoso del tejido mosquitero.


Por un instante la visualicé en mi mente pintada de blanco inmaculado, aunque fue una idea que me duró poco porque inmediatamente me pregunté: ¿Por qué no jugarme pintándola con mi adorado color turquesa? Y la desarmé, madera por madera para pintarla. Luego cambiamos el mosquitero y finalmente, mi marido la rearmó porque yo con desarmar y pintar todo bien, pero... se me complicó un poquito con que volviera a parecerse a una puerta así que tuve que delegar esa tarea.


De las maderitas que hubo que agregarle, decidí cubrir una con pintura para pizarrón que me compré ya en el mes de Enero. Y ése fue el toque final. Me encanta porque hace juego con el cartelito que colgué sobre la pared del costado (pared que tengo que pintar como ya hice en otros sectores).


Otra cosa que me gusta mucho de mi puerta son la manija, el pasador (que no anda por supuesto) y las bisagras oxidadas que van, en mi opinión, muy a tono con el color turquesa. Por eso, las dejé así, como los años y el aire marino quisieron que fueran.



En definitiva, un cambio positivo con el que estoy más que conforme. Lástima que no tengo fotos de cómo era antes... pero me parece que aunque las tuviera no sé si me animaría a mostrarlas... era un desastre. 


De este modo, con trabajo e imaginación voy embelleciendo mi entorno y amoldándolo a quienes lo habitamos. Ése es el desafío de tener una casa vieja (no antigua, vieja). Más de una vez, mi marido y yo deseamos tirar todo abajo e instalar una carpa en el patio por tiempo indefinido al enfrentarnos con problemas y más problemas. Sin embargo... en el proceso de resolver... nos divertimos, ponemos en juego una tonelada de creatividad y a lo mejor, como esta vez, alguna puerta termina siendo de color turquesa.